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Capítulo 1: El comienzo

En el noreste del continente se encontraba la gran fortaleza enana de Stealand, sus enormes muros estaban siendo asediados por una hueste orca. Su táctica era sencilla una guerra por desgaste, para que el ejército que se encuentra asediado se desmoralice. Eso podría suceder con humanos, pero no con enanos que tenían una fidelidad muy grande a su señor del clan. En este caso, Igro sustentaba tal puesto desde siempre había intentado ayudar a toda la comunidad que le servía. Los orcos tenían unas catapultas que habían destrozado las torres de la muralla exterior de la fortaleza, donde se encontraban grandes cañones que habían matado a varios gigantes. Pero en la vanguardia se encontraba otro gigante que causaba grandes estragos en la muralla, intentando buscar algún defecto en su diseño. Desde lo alto de la colina donde se encontraba el líder orco Grazta se podía ver como una legión de guerreros orcos estaban aporreando la puerta principal mediante un gran ariete. La puerta principal había aguantado mucho tiempo ya que tenía grabadas runas para su protección, pero estaba apunto de ceder por mucho que al otro lado una escuadra de enanos blindados intentaban sujetar la puerta. En las pocas almenas que se podían utilizar estaban ocupadas por tiradores enanos, que odian las flechas y ballestas pero que aman la pólvora en todas sus formas. Estos mantenían a raya a todos los orcos que podían y rezaban para que no les llegara una piedra de una catapulta orca. La única esperanza de Igro era que su buen amigo Ramda llegara pronto. El anciano mago Ramda siempre había sido un buen amigo de Igro, aún siendo mago. Él parecía ser no mago y no humano, cosas que odiaban los enanos de sobremanera. Él había prometido a Igro alcanzar la fortaleza humana más cercana en busca de ayuda hace 3 días. - ¡Que podrán hacer los humanos contra los orcos! De todas formas, deberá llegar pronto o no verá más que cenizas - pensaba Igro. A lo lejos un orco lleno de tatuajes violetas empezó a realizar un baile extraño, todos los enanos rezaron para que no fuera un chamán entonando una letanía de muerte a algún dios orco. De pronto una luz empezó a envolverle, en un primer momento era blanca y clara, pero pronto se volvió violeta... Su báculo pronto apuntó a la puerta y de él surgió una bola de un fuego violeta que surcó el aire con ganas de volar la puerta. Las runas de la puerta empezaron a brillar, como si supieran que la bola de fuego violeta iba a destruir la puerta, y de pronto un halo rojo empezó a surgir en forma de ondas contra la bola de fuego que para ese entonces estaba a menos de 100 metros de la puerta. El halo hizo que la bola no impactara contra la puerta directamente sino que explotara en el ariete, empujándolo contra la puerta. La explosión se había llevado una decena de orcos, el ariete y ... la puerta. La caballería orca, si se puede llamar caballería a orcos montados en lobos y jabalíes surgieron desde la colina donde se encontraba Grazta con dirección a la fortaleza. Igro avisó a los enanos para que se equiparan con armas de fuego para recibir la caballería con andanadas de disparos, mientras que el gigante se agachaba para entrar a la fortaleza por el arco donde se encontraba la puerta Todos los enanos que pudieron dispararon al gigante que antes de poder decir nada cayó muerto en el patio interior de la fortaleza. - Esto frenará un poco el avance de la caballería - pensaba Igro. Pero tras esto numerosas piedras procedentes de las vastas catapultas orcas impactaron contra el patio interior, lo que hizo estragos en las filas de tiradores enanos e imposibilitaría una buena defensa contra la caballería que esta a punto de entrar en el patio interior. Su cometido no era sólo intentar atacar a los enanos que se encontrarían en condiciones complicadas para defenderlos, sino que también buscarían conocer quién estaba al mando de la defensa. Igro increpó a los enanos a equiparse con algún arma de mano y escudo y contracargar a la caballería, lo que hizo que el líder de la escuadra orca ordenara a otro guerrero que notificara quien estaba al mando y su posición. Este último partió rápidamente en busca de Grazta. La lucha en el patio era muy intensa, pero no se conocería quien pudiera salvarse de toda el ansia de sangre que se respiraba. Los acuchilladores tardarían un poco más en llegar, pero decantarían la balanza a favor de los orcos. Igro bajó corriendo de su almena, sacó su martillo dorado rodeado de runas y entonó una letanía a Grimm, el dios enano de la guerra. El martillo empezó a brillar hasta que se estrelló en la cabeza del primer orco. Igro parecía envuelto de una furia asesina que estaba causando numerosas bajas ante la caballería orca que poco a poco veía que se quedaba sin unidades. En la colina Grazta reunió a su escolta compuesta por cinco orcos negros de grandiosas armaduras oscuras: - Esto es pan comido, pronto aplastaremos a los enanos y tendremos una fortaleza desde la cual asaltar el imperio humano. Nuestro amigo Carz llegará en dos días con un ejército que Husbland temería si lo conociera. El caballero orco llegó al lado de Grazta... - Gran caudillo es Igro el que defiende la fortaleza con un montón de lateros enanos - ¿Cuál es su posición? - Estaba en la almena del arco de la puerta cuando yo me fuí. - Que las catapultas destrozen el arco de la puerta y todo el patio interior - Señor, tenemos caballeros luchando allí. - ¿Cuántos? - 20 - Estarán huyendo o muertos. - ¿Cómo? - Igro es un enano muy duro. ¡¡Catapultas!! Orcos, nosotros vamos después de la última piedra. Igro y su escuadra de blindados había conseguid hacer replegar, pero su escuadra había pasado de ser 20 enanos a sólo 5. Y de repente uno de los enanos quedó sepultado bajo una piedra que cayó desde el cielo. - Están bombardeando el patio interior, subid al palacio. Otra piedra destrozó el arco de la puerta matando a todos los enanos que habiera en su almenara. Esto pasó igual en todas las caras del muro, el cual ya estaba con algunos agujeros suficientemente grande como para que pudiera pasar un orco. - ¡Inútiles orcos de la caballería! Sólo valen para asustar. Ya son nuestros. - Grazta gritó mientras que entraba por la puerta de la fortaleza. Increpó a la caballería a seguirle ya que su hueste era ya muy escasa y una decena de caballeros le serviría para bloquear a la guardia personal de Igro mientras que ellos luchasen. En el palacio, los escasos enanos sobrevivientes intentaban vendar sus heridas conociendo que su batalla final estaba cerca y que su destino sería trágico...

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